Precisamos que gobiernen
Por: Patricio Vinci
Las campañas políticas en los países con altos niveles de desarrollo no duran más de un mes. Esto se debe a que los gobernantes se dedican a gobernar mientas dure el mandato. Las tareas de gobierno requieren que personas dediquen en exclusividad su tiempo, su cuerpo y sus vidas a gestionar y administrar de la mejor manera posible su país. Y no hablo de quienes forman parte del Poder Ejecutivo, sino de todos los legisladores que oficialistas u opositores tienen el mismo rol. Dejar este lugar un poco mejor que cuando lo encontramos debe ser el objetivo de fondo común a todos.
Los representantes discuten, se enfrentan, pero negocian y colaboran. Cada partido político representa el sentir y pensar de sus votantes, los cuales son solo una parte de la sociedad. Los gobernantes, sean del partido que sean, no pueden dejar de procurar trabajar en post del bienestar general, traducido en una libertad civil, educación pública decente, justicia confiable, suficiente trabajo, seguridad social, un estado transparente, mayor producción… En fin, un mejor país. Y más allá de las banderas o doctrina al que cada gobernante se apegue, debe procurar tener una mente abierta para construir futuro.
Esto no se trata de un juego suma cero. Aunque no parezca, todos pueden ganar. Los buenos políticos y gobernantes negocian, insisto. Saben “subirse al balcón” para ver los problemas desde arriba y no desde la confrontación. Una sociedad que aspira a ser avanzada debe exigirles a sus gobernantes que tengan la capacidad de sentarse a negociar con sus “opositores” y no que actúe como un gorila golpeándose el pecho, buscando solamente apuntarse un porotito más de la tribuna. Aquí falta honestidad intelectual.
En Uruguay, la campaña política es permanente. Quién está en el poder busca mantenerlo. Quién es oposición, busca hacerse del poder. Y todo vale. Los verdaderos intereses del país son secundarios. No importa que seamos los peores en manera educativa, políticos intentarán por toda vía truncar cualquier reforma; y no importa que nuestro sistema de seguridad social esté al borde del abismo, allí también estarán aquellos políticos. Total, siempre se le puede echar la culpa al otro.
Una sociedad alcanza su madurez cuando desconfía de los agitadores políticos, esos que apelan al miedo, y que al final del día vaya a saber a qué corporativismo representan. La sociedad madura sabe leer entre líneas. Pero claro, para alcanzar ese nivel de madurez, hay que tener sentido de la responsabilidad y altura suficiente, que quizás al día de hoy como sociedad, no estemos exigiendo eso a nuestros políticos.