Uruguay y el Mercosur: se volvió una Cárcel
Por el Dr. Pablo Ferreira Almirati
El 26 de marzo de 1991, la República Argentina, la República Federativa de Brasil, la República del Paraguay y la República Oriental del Uruguay, suscriben en la ciudad de Asunción el tratado por el cual se sientan las bases para la creación del Mercado Común del Sur (MERCOSUR).
En el texto fundacional se consideró que la ampliación de las dimensiones de los mercados nacionales, a través de la integración constituiría la condición fundamental para desarrollar sus procesos de desarrollo económico con justicia social.
En función de lo anterior se entendió que ese objetivo debería ser alcanzado, entre otras cosas, con el mejoramiento de las interconexiones físicas. Finalmente, y en función de lo anterior, en su artículo 1 se dispuso la libre circulación de bienes, servicios y factores productivos entre los países a través de la eliminación de los derechos aduaneros y restricciones no arancelarias, a la circulación de mercaderías y de cualquier otra medida equivalente.
Obviamente que el tratado estaba inspirado y pretendía emular al de la comunidad económica europea cuyo origen se sitúa en el Tratado de París (formalmente Tratado Constitutivo de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero), firmado el 18 de abril de 1951 entre la República Federal Alemana, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y los Países Bajos, que fue el tratado que dio origen a lo que posteriormente sería la Unión Europea.
La diferencia entre uno y otro es que el europeo es una realidad y el MERCOSUR una ilusión frustrada.
En efecto, el MERCOSUR a pesar de estar vigente durante más de 30 años, nunca logró los tan mentados objetivos, las relaciones comerciales entre los países estuvieron signadas en una desconfianza mutua y tramposa.
Brasil, que en su momento inventó trabas burocráticas que impedían el pasaje de arroz uruguayo deteniendo ilegítimamente a los camiones en sus aduanas, que unilateralmente bajó los aranceles en un 10% para la importación, ahora en la tercer presidencia de Lula nos visita para mejorar el MERCOSUR , y luego viaja a China para boicotear el TLC con Uruguay.
La Argentina de Kirchner cerró las fronteras terrestres con nuestro país haciéndonos padecer el bloqueo por varios años, para luego restringir el turismo con Uruguay desalentando a sus ciudadanos mediante cargas impositivas. Paraguay, en ocasión de Presidir el MERCOSUR, informado de las intenciones de Uruguay de firmar un TLC con Turquía, invocó su condición y boicoteó el tratado.
Ahora Uruguay impone controles aduaneros a quienes pretenden cruzar a Argentina, va incrementando el cierre de fronteras, primero provocando demoras injustificadas y sometiendo a los ciudadanos a controles ilegítimos y abusivos, y finalmente, balanza en mano controla el peso de las mercadería con apoyo militar, – militarizó el control de la circulación de personas, bienes y servicios.
En fin, no existió nunca ni existe la libre circulación de personas, bienes y servicios, ni el mejoramiento de las interconexiones físicas – en 32 años no se construyó un solo puente internacional, y los existentes están férreamente controlados y burocratizados – no se dragaron los ríos para mejorar la navegabilidad desde y hacia nuestros puertos, no se logró acordar con EEUU, con China ni con la Unión Europea un TLC.
Si esta ineficiencia fuera poca, podemos sumarle que a su turno todos los signatarios obstaculizaron el desarrollo regional privilegiando el propio. No hay conciencia ni economía que sustente el MERCOSUR.
Cabe preguntarnos: ¿qué nos está dejando el MERCOSURUR? Es hora de repensarlo, no para mejorarlo, sino para decidir nuestra salida definitiva de un tratado que se volvió una cárcel.