Falleció Mariano Arana
«Muchas gracias por devolverme la llamada ministro», le dije hasta sorprendido al entonces ministro de Vivienda, durante el primer gobierno del Frente Amplio entre los años 2005 y 2010, el arquitecto Mariano Arana. Yo era periodista en el diario El Pueblo y había llamado a su despacho para pedir un informe que daba negativo y quería impedir la construcción de un edificio que en aquel momento la empresa Cujó y la Intendencia de Salto gobernada por Ramón Fonticiella, pretendían hacer en el centro de la ciudad.
Me atendió alguien de secretaría, me pidió un correo electrónico y se comprometió en enviarme la posición del reconocido arquitecto que había sido intendente de Montevideo entre los años 1995 y 2004, sobre esa obra en particular. Pero grande fue la sorpresa para mi, que por primera vez en todo ese tiempo un ministro del Estado, se comunicaba personalmente por teléfono para darme a conocer su postura.
«Cómo no voy a llamar a la prensa salteña, con todo lo que yo quiero a Salto, ese hermoso departamento que tanto le da al Uruguay», dijo el entonces secretario de Estado. Por supuesto estaba en contra de sacrificar un inmueble que era patrimonio histórico para hacer un edificio. «Va a ser un bofe desde el punto de vista arquitectónico», recuerdo me dijo.
Arana era así, un hombre sincero, frontal, honesto hasta por demás, pero de una humildad destacable, de una inteligencia superlativa y de una afabilidad para el trato que daba gusto. Generoso, amistoso y sobre todas las cosas responsable y comprometido con la justicia social. «Se tiene que acabar la existencia de ciudadanos de primera y de segunda en este país», dijo cuando era ministro de Vivienda y le planteaban la necesidad que tenían varios pueblos del interior de Salto.
Docente universitario de los más destacados, querido por sus alumnos y comprometido con la universidad popular. Tuvo todas las facetas, fue edil, senador y dirigente político respetado por todos los partidos políticos de este país. Se fue un gran uruguayo de la historia reciente.
Hugo Lemos – Laguardia