El amor al prójimo, la lealtad y Violeta Vanegas
Por: Patricio Vinci
Con copas de cristal, coca-cola fría, pizza y torta de fiambre. Así nos esperó Violeta Vanegas en su casa del barrio La Humedad, en Salto, cuando le dijimos que pasaríamos a saludar y ya de paso presentarle al candidato a nuestro candidato a la intendencia colorado.
Con los perros echados, el piso de tierra, el andador por sus problemas de cadera, y las viejas fotos sobre la mesa. Papá no quería que yo comiera la pizza y la torta -ellos la precisan más que vos- me decía, pero Violeta no me dejó despreciarla, hasta incluso me obligó a llevarme unos pedazos conmigo cuando nos despedimos para seguir la recorrida.
Hace un tiempo le llegó que mi padre -el Pepe- andaba «complicado», ¿y qué hizo ella?, le mandó unos paquetes de fideos, arroz, harina y otros comestibles. Por supuesto que lo complicado era por problemas de otro tipo, los alimentos fueron devueltos (no así la botella de Coca-Cola) pero les cuento esto para que entiendan el gesto bondadoso de Violeta al enterarse que un viejo amigo pasaba por un difícil momento.
Cuando inauguramos la Avenida Ramon J. Vinci fue Violeta quien habló antes que yo hiciera uso de la palabra, ni un pelo en la lengua, no se guardó nada, a todos nos sacó una sonrisa en un momento tan emotivo. Violeta siempre estuvo al lado de mi abuelo. «Chancleteando» como ella me dijo por todo Salto para juntarle votos a Ramón Vinci. Puerta a puerta por San Antonio, Barrio Albisu y toda la vuelta.
Fueron dirigentes así que hicieron que la lista de Vinci fuese la más votada del lema más votado en la ciudad, tanto en las elecciones internas de 1982, como en las nacionales de 1984. Fue electa edil, siendo con Mirta Panizza las dos únicas mujeres proclamadas que asumieron como tales por el partido colorado. También fue nombrada edil de la junta local de San Antonio.
«Yo no soy zapallo para subirme al carro de nadie», decía.
De origen muy humilde, y profundas raíces coloradas, dedicó su vida entera a la política. Sin embargo nunca ocupó un cargo rentado (vaya si es noticia hoy en día). Cuando el «Flaco» Malaquina fue electo intendente por primera vez en Salto, inmediatamente manda a llamar a Violeta -sabiendo que era dirigente de Vinci, su adversario en la campaña- para ofrecerle un lugar en la Intendencia.
Violeta rechaza ese ofrecimiento, y Malaquina, en un gesto de bondad la vuelve a llamar, «Violeta, por qué no viene conmigo a trabajar a la intendencia, sepa que así genera unos aportes y el día de mañana se puede jubilar», «yo no soy zapallo para subirme al carro ajeno» respondió irreverente Violeta. Adalid de lealtad, representante de valores que parecen en extinción.
La última vez que la vi fue cuando lanzamos la campaña de Marcelo Malaquina a la intendencia, la llamé para invitarla y me dijo por supuesto que vamos a ir, ya tengo mi bandera! Fuimos de los últimos en irnos, y cuando la dejé en su casa del barrio La Humedad me dijo: «M’hijo, vaya y recorra los barrios, que está lleno de colorados esperando que el Partido los vuelva a proteger».
Violeta se fue hoy 22 de Febrero de 2024. Concibió a la actividad política como el amor al prójimo. Le quedamos debiendo el homenaje, la deuda es del Partido Colorado, la Junta de Salto y también de la ciudad. Quedará en mi recuerdo, y es memoria que tarde o temprano trataré de honrar.
¡Muchas gracias Violeta!