El Método Montesori 

María Montessori , nacida en 1870, en Italia, era la única hija de una familia de la clase media. Después de batallar contra los prejuicios de finales del siglo XIX hacia las mujeres y la oposición de su padre, consiguió la admisión en la Facultad de Medicina  convirtiéndose en la primera mujer Médica de Italia.

Su primer puesto fue como ayudante en el Hospital San Giovanni, trabajando con mujeres y niños. En 1897 se hizo ayudante voluntaria en la clínica psiquiátrica de la Universidad de Roma. Durante este tiempo se encontró con los llamados “niños idiotas”, e “ineducables”, los que, al ser incapaces de funcionar en la escuela y con sus familias, los llevaban al manicomio.

Interesada en la pediatría, era especialmente sensible a las condiciones en que estaban esos niños, encerrados sin nada que hacer y sin ningún tipo de estimulación sensorial. Cuando comían, se echaban al suelo buscando las migajas. A ella se le ocurría que esta conducta era un esfuerzo claro por su parte para tratar de aprender sobre el mundo que les rodeaba, a través de las manos.

Esta idea de que el camino hacia el desarrollo intelectual es a través de las manos, es un tema fundamental en su método. Montessori se convenció de que esos niños no eran inútiles: simplemente sus mentes no se habían estimulado nunca. Comenzó a trabajar con ellos en la clínica y poco a poco fue descubriendo vislumbres de esperanza, puesto que respondían a sus esfuerzos.

El estudio de las obras de dos famosos doctores franceses, Jean Itard y Édouard Séguin, dio un nuevo rumbo en su vida. Adoptó las ideas principales de «educación de los sentidos» y «educación del movimiento» y las adaptó y desarrolló en un sistema que se convirtió en el suyo propio.

El denominado «método Montessori» consistió en profundizar el conocimiento y los métodos de las disciplinas de la educación y la medicina. Obtuvo sus ideas sobre cómo manejar y educar a los niños de sus observaciones en las diferentes etapas del desarrollo y de su contacto con niños de diferentes culturas. 

Luego comenzó a actuar como intérprete para los niños de todo el mundo, aconsejando a los adultos que adoptaran un nuevo enfoque con ellos y trataran el período de la niñez como una entidad en sí misma, no simplemente como una preparación para la edad adulta.

Estas características se pueden resumir de la siguiente manera: Todos los niños tienen una mente «absorbente». Todos los niños pasan por períodos «sensibles». Todos los niños quieren aprender. Todos los niños aprenden por medio del juego/trabajo. Todos los niños pasan por diversas etapas de desarrollo. Todos los niños quieren ser independientes.

Uno de los grandes alicientes del enfoque de Montessori es que sus ideas formuladas hace más de cincuenta años, no sólo han superado la prueba del tiempo, sino también que mucho de lo que ella descubrió entonces por medio de una observación e intuición perspicaces se ha visto respaldado por investigaciones recientes.

El aprendizaje comienza desde el nacimiento y que los procesos fundamentales por los que los niños aprenden están establecidos en un momento muy temprano de la vida. Todos los niños aprenden por medio de la participación activa, implicándose de una manera práctica y tratando de hacer algo por sí mismos, especialmente utilizando las manos. 

La investigación ha demostrado que el aprendizaje de un niño se puede mejorar considerablemente por medio de este intercambio de ideas a través del lenguaje entre padres e hijos. Establece los Síes y Noes de la vida diaria:

Nunca des a tu hijo herramientas de juguete, tales como un recogedor y una escoba de
juguete, porque pronto descubrirá que no los puede hacer funcionar, se sentirá frustrado y
abandonará. Proporciónale herramientas reales, asegurándote de que son del tamaño adecuado para él. Cuando le enseñes a hacer algo, hazlo lentamente, para darle tiempo de absorberlo totalmente, y repítelo varias veces si es necesario, para asegurarte de que ha captado el sentido. Si es necesario, guíale durante toda la actividad, paso a paso, asegurándote de que comprende cada paso antes de pasar al siguiente. Déjale que repita la actividad tantas veces como quiera, puesto que es así como aprende. Merece la pena dedicar un poco de tiempo cada mañana a pensar sobre lo que vas a hacer ese día y cómo te puede ayudar tu hijo en ello e integrarlo.

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