La saludable rebaja impositiva

Por. Hugo Lemos

La rebaja del IRPF y del IASS que serán anunciadas este 2 de marzo por el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, son algo más que un paliativo a la economía doméstica de los uruguayos, constituyen un aliciente al bolsillo de todos los que abonamos un impuesto que pasa muchas veces, a ser desproporcionado en relación a nuestros ingresos y al capital que podamos llegar a poseer.

Recuerdo cuando un empresario ganadero me contó enojado hace algunos años, que había pagado 70 mil dólares de impuestos durante un tramo determinado. «¿70 mil dólares pagué, ¿podrás creer?», me dijo y siguió «porque este gobierno (entonces gobernaba el Frente Amplio) se le ocurre que somos ricos y entonces tuve que pagar esa torta de plata».

Y le respondí: esos 70 mil dólares son el valor de una de tus cuatro camionetas, que nadie discute que no las merezcas, es decir, corresponden a un 1 por ciento del total de tu patrimonio si al mismo además le sumamos tus propiedades y tu establecimiento ganadero. En tanto que mi patrimonio son mis ingresos mensuales, y yo abono el 34% de los mismos en impuestos. O sea tu pagas el 1 % y tenes por lo menos 1.000 veces mas patrimonio que yo, mientras yo pago el 34% mensual y si me atraso, la DGI además me embarga. Y si tengo multiempleo, me va peor aún.

A lo que no supo qué más responderme y comprendió, cómo las personas con su capacidad económica, abonaban durante el gobierno en el que Danilo Astori era ministro de Economía, proporcionalmente mucho menos impuestos que el resto de los contribuyentes, en su mayoría trabajadores dependientes (empleados públicos o privados). Porque en esos 70 mil dólares estaban comprendidos toda su carga impositiva, el IRAE, el Impuesto al Patrimonio, Impuesto a Primaria, Contribuciones Inmobiliarias, Patentes de rodados, contribuciones al BPS, etc.

Y encima hicieron un gremio para protestar y lo llamaron Un Sólo Uruguay.

A mi no me importa que esa otra persona tuviera más patrimonio y riqueza que yo, es parte de la libertad económica, porque se lo ganó trabajando y supo hacer los negocios que yo, o mis antepasados como es su caso, no supimos hacer para estar en esa posición económica. Y como creo en la libertad y el trabajo, me parece saludable que se lo haya ganado trabajando.

Ahora, la naturaleza del IRPF es de injusticia plena, vulnera los derechos de las personas que aspiran a un crecimiento en base al trabajo y encima le pone una pata en el freno al desarrollo de cada persona. Porque a las pruebas me remito, los más afectados son los que perciben ingresos entre 60 y 120 mil pesos nominales. Pagan una torta de impuesto. Mientras que los que ganan más, proporcionalmente no solo pagan menos impuestos, sino que sus oportunidades de desarrollo económico se ven coartadas, y eso le pasa a los que aspiran a ganar un sueldo cercano a la canasta básica que en Uruguay hoy es de 91.000 pesos mensuales.

Mientras que por otro lado, cuando Astori era ministro de Economía y decía que lo importante era que el 65% de los uruguayos no pagaba ese impuesto, irónicamente quería decir que la gran mayoría de los trabajadores de este país ganaban salarios por debajo de los que podían pagar ese impuesto, y por ende, ganaban muy por debajo de lo que precisaban para vivir.

Quizás igual que ahora, pero eso ya pasaba antes y fue uno de las autocríticas que no aparecieron en el debate frenteamplista, porque entre los ítems de porqué perdieron la elección del 2019, debería haber estado sobre la mesa. Lo peor, es que se siguen peleando aunque mostrando sonrisas con dientes apretados entre Carolina Cosse y Yamandú Orsi, dando una señal clara de que aún persisten las diferencias internas que siguen sin poder resolver.

Entonces, el hecho de que un presidente, sea quien fuere el mismo, anuncie que habrá rebajas impositivas para que menos uruguayos paguen impuestos que son lesivos en relación a los magros ingresos que tienen, así sean 1 o 10 mil los afectados por esas medidas, creo que es algo saludable, y que lejos de ser criticado, debe ser valorado como un esfuerzo fiscal bien necesario e importante.

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