Las filas en el puente muestran que las medidas del gobierno no sirvieron
Hoy el centro de Salto estaba como casi todos los días, vacío. Los comercios estaban sin público, los trabajadores haciendo tareas de rutina, chocándose entre ellos, las tiendas con ventas mínimas y hasta los supermercados con las cajeras y cajeros con un montón de tiempo libre, limpiando una y otra vez la banda deslizadora de productos.
Lugar para estacionar sobra, salvo el día en el que las oficinas públicas están abiertas. Ahí sí, hay mucha más gente yendo y viniendo. Pero nadie compra, nadie consume y muy pocos usan el crédito que tienen en la tarjeta.
Mientras tanto, a 15 kilómetros de la ciudad, se formó la fila de autos más larga que se recuerde en esta parte del país, donde miles de personas soportan horas y horas de estancamiento a la intemperie, sin un baño, ni sombra, al costado del camino, esperando llegar a la frontera para poder hacer algo tan simple como ejercer su derecho a cruzar de un lado a otro.
Nadie pide que la gente deje de pasar hacia el otro lado del río, porque a la economía de cada persona la debe manejar cada persona. Pero el impacto que se está generando de este lado del río es inevitable. Y todo porque Argentina está en crisis y Uruguay estable. Eso nos hace doblemente caros que ellos y por supuesto, nadie quiere comprar acá. Aunque sean ellos mismos los que se queden sin trabajo, aunque sea su hermano, su primo o sus propios padres o hijos los que tienen comercios de este lado y que pronto deberán cerrar sus puertas.
Nadie va a dejar de ir al otro lado a gastar su dinero, porque está en nuestra naturaleza como especie. Comprar todo lo que podamos, vivir mejor a cualquier precio y demostrarle al otro que mientras nos cobre todo más caro, no hay de razones, vamos para el otro lado aunque tengamos que hacer 5 horas de fila.
En la madrugada del lunes me llamó una mujer a las 3 de la mañana. Sí, a las 3. Estaba durmiendo, porque yo trabajo y vivo de este lado del río, pero la mujer había ido a Concordia el domingo por la tarde de paseo con su familia, recorrió todos los lugares que quiso, compró lo que quiso, y volvió cuando quiso, claro, después hacía 5 horas que estaba esperando para cruzar la frontera.
Estaba muy molesta porque quería pasar ya, pero eran las 3 de la mañana y estaba pagando el precio de haberse ido un domingo a un lugar donde todo es barato y nadie quiere dejar de ir. Bueno, al final, escribí la nota y seguí durmiendo, creo que ella después pasó como a las 6 de la mañana.
Pero pese a esto, la gente sigue yendo y ¿porqué lo hace?, porque todo es más barato, a nadie le interesa si hay que hacer horas de fila.
Esto expresa claramente que las medidas que emitió el Poder Ejecutivo, no sirven para nada. Porque las mismas están orientadas a disminuir la carga tributaria del sector empresarial, que es necesario, pero no es lo único. Acá, si no baja el precio de los comestibles con una disminución de los impuestos en los productos canasta básica y por ende el precio de tales productos, no habrá consumidores que mantengan vivo al comercio local para que pueda pagar menos impuestos como pretende el gobierno.
Hasta ahora todo es incertidumbre, nadie sabe dónde vamos a ir a parar, aunque lo único cierto es que sabemos a que para comprar las cosas todos se van al otro lado del río.