Marziotte e integrante de su agrupación plantean atender las calles de adoquines de la ciudad
El edil del Partido Nacional, Facundo Marziotte, realizó un planteo por el estado de las calles de adoquines de la ciudad de Salto. El origen del planteo surgió de un integrante de su agrupación, el joven abogado salteño Victoriano Toucon Tolosa, quien pide un mantenimiento para las mismas con el fin de su conservación.
EL PLANTEO
Con una nota dirigida al presidente de la Junta Departamental de Salto, Pablo Alves, Marziotte señala «en mi condición de Edil Departamental, traslado lo expuesto por nuestro compañero de agrupación política, Dr. Victoriano Toucon Tolosa, quien se refiere al siguiente tema: Hace 133 años, en 1891, la ciudad de Salto finalmente hizo frente a un problema que venía arrastrando por décadas. Sus caminos de tierra ya le quedaban chicos. La nueva ciudad, que había ganado su categoría hacia solo 30 años, no paraba de crecer».
«Las calles que cada vez tenían más trafico fruto del pujante empuje de la nueva ciudad, se volvían intransitables en los días de lluvia. No solo por los pozos que se generaban en la tierra, sino también por las corrientes de agua que se formaban en las bajadas características de nuestra ciudad. Pero la Junta Económico Administrativa que gobernaba el departamento en la época no tuvo miedo en hacerle frente al problema. Sin dejar que el progreso los pase por encima, se pusieron manos a la obra para introducir un elemento que iba a cambiar la ciudad, el adoquín de piedra», expresó.
Recordó que «la primera calle adoquinada fue la Calle Real (hoy calle Uruguay), la vía directa al puerto de la ciudad. Pero la verdadera obra de infraestructura se llevó un par de años después con el impulso del Genovés Pietro Scatina. Este italiano que había emigrado a Uruguay pocos años antes encabezo la tarea de adoquinar 30 mil metros cuadrados de calles con solo 60 hombres».
Afirmó que actualmente «poco queda de aquellos adoquines que marcaron un cambio de época en Salto. La marca viva de que habíamos dejado de ser una villa para pasar a ser la capital del interior, con una industria pujante que le exigía más infraestructura a una ciudad que estaba dejando chica. Poco queda de esas calles adoquinadas. Se pueden ver todavía el tramo de Calle Treinta y Tres entre Uruguay y Artigas o el de calle Bortagaray».
Y dice que «justo las calles de adoquines de las que hacemos mención son las que más preocupan a los vecinos hoy en día. Si bien se mantienen los adoquines, no podemos decir lo mismo de la calle en sí. El aumento de tráfico, la falta de mantenimiento y desinterés en la restauración del patrimonio de la ciudad volvieron prácticamente intransitables las calles. El mismo problema que los salteños habían resuelto hace 133 años».
Plantea que «la solución no necesariamente debe ser sacar los adoquines. Todas las ciudades del país logran conservar parte de sus calles adoquinadas. Son el alma de la ciudad y prueba de lo lejos que hemos llegado. Pero esto no puede entorpecer la vida y el trabajo de los miles de salteños que deben transitar por el centro de la ciudad». Y pidió que esa exposición sea comunicada a la Intendencia de Sato, a la Comisión de Cultura de la Junta y a la Comisión Nacional de Patrimonio.