NUESTROS GURISES RURALES
En épocas de virus, pandemias y crisis, se suele decir que éstas oportunidades afloran lo bueno y lo malo de las personas.
En mi apreciación, lo bueno y lo malo de las personas siempre está presente y el tiempo y la mirada cotidiana lo saca a luz.
En estas épocas las buenas acciones nos juntan, nos organizan, nos encolumnan y lo que aflora es el esfuerzo, el coraje, la dedicación y eso que tenemos seguramente de herencia de inmigrantes de que en los malos momentos solo se sale si estamos todos juntos.
Ahora en cada barrio, en cada club, en muchas esquinas, aflora ese esfuerzo, en ollas populares, en una copa de leche en un trozo de pan con dulce o en forma de una canasta, que muchas veces tienen más cariño y esfuerzo que calidad real.
También tenemos personas que por una razón u otra les ha ido mejor en la vida, como artistas, empresarios, o nuestros grandes futbolistas que sin dudar aportan miles de canastas para ser compartidas con nuestros hermanos en condiciones desfavorables.
También es claro que algunas medidas del gobierno nos ponen en la situación que muchos de los trabajadores del país sin importar su bandera, su función, o capacidad deban aportar a un fondo llamado como nuestro propio enemigo en este momento, con el cual personalmente estoy muy de acuerdo. De la misma manera que espero también que ese fondo se nutra de los aportes de otros uruguayos que tienen la posibilidad de aportar mucho más, tal vez sin necesidad de una ley.
Bajo el #quedateencasa, desde el presidente, todos los ministros, personalidades, médicos y nosotros mismos, me refiero a la población en general, tratamos de aportar nuestro granito de arena en una rara y desconocida cuarentena.
También vemos que para muchos compatriotas es una tarea casi imposible, algunos por necesidad, otros por obligación como nuestro personal de salud, policías, militares, o personas que es imprescindibles su trabajo para que la vida continúe (Panaderos, Pequeños comerciantes, Empleados de grandes superficies, de estaciones de servicios, Municipales, etc.), que poniéndose en una posición arriesgada ayudan a que nuestra vida continúe.
En estos días en los informes de cuarentenas, nos informaron que las escuelas rurales iniciarán su actividad, poniendo en marcha un sinfín de actividades. Como el transporte de alumnos y maestra, personal de servicios para limpiar las instalaciones, y cocineros para la alimentación de dichos niños y algunas otras personas que participan de una forma u otra del quehacer educativo
Pero sin lugar a dudas el hecho más destacado del anuncio del presidente de la Republica, que el 22 de Abril es clara la posibilidad que 973 escuelas rurales, exceptuando Canelones, empiecen las clases con asistencia voluntaria. Se trata de unos 13.500 alumnos, que asegura el presidente, se trata de niños de escuelas más alejadas “con menos conectividad” y dónde “todavía no llegó el virus”.
Estimo, en mi perspectiva, que muchos uruguayos notaron en ese momento que tenemos más de 900 escuelas rurales y más de 13.000 alumnos, sin contar Canelones, que desarrollan una vida diaria y cotidiana que se llama el Uruguay Rural.
Que viven con sus familias que trabajan en lo que se llama el Uruguay Productivo, el cual no tienen en el calendario numeritos en rojo, no tienen muchas veces ni siquiera fines de semana y las alertas meteorológicas no le justifican las faltas.
Y nuevamente la reflexión de un Uruguay Productivo que su mayor producción es agroexportadora y nuestra gran ignorancia de cómo y quién lleva adelante esa producción, cómo es su vida cotidiana, cuál es su recreación, su vida social, como acceden a los bienes cotidianos o a un servicio médico de calidad, cuál son las calles que transitan y porqué, en un país de tanta conectividad descubrimos por el propio presidente “con menos Conectividad”.
Talvez, ya que el virus nos impactó y nos preocupó por estos alumnos los cuales parecen resistentes e inmunes al coronavirus, tengan la suerte o la inteligencia del resto de la sociedad de mirarlos permanentemente, evaluar su sacrificio, su forma de vida, su posibilidad de acceder a educación y salud de la misma calidad que todo el resto.
No podemos mirar a nuestros compatriotas por una crisis, debemos mirarnos todos y siempre, no importa donde llevemos adelante nuestra vida.
Talvez la crisis más grande sea demográfica, ya que esas escuelas muchas veces cuentan con 1, 2 o 4 alumnos, y eso es una crisis de un país agropecuario que solo mira las ciudades y apunta al puerto.
En algún momento un expresidente dijo: “Que había que aportarles asignaciones dobles para que permanecieran en el campo”, porque tal vez lo que no sabemos la crisis a cuál nos enfrentamos es la despoblación de nuestra campaña.
Y lamentablemente no se trata solo de números se trata de una forma de vida, de sentir de vivir en clave de naturaleza, en la hermandad con los animales, con el clima, con los problemas cotidianos que se solucionan muchas veces con solidaridad de vecinos, fuerza e ingenio.
Deberíamos preguntarnos qué hacen esos gurises, cuando terminan la escuela, que tenemos para ellos que les ofrecemos cuál es su futuro, o solo esperamos que produzcan la riqueza de nuestro país, que va derecho al puerto de Montevideo.
Personalmente las clases no deberían de iniciar, son Nuestros Niños y debemos cuidarlos como lo que son Nuestro Bien Más Preciado.
Pero sobre todo no poner nuestra mirada solo en la pandemia, poner nuestra mirada permanente en su futuro, en sus necesidades y darles la recompensa que se merecen y se las han ganado, ellos y sus familias que en la profundidad y en la soledad de nuestro Uruguay Rural continúan generando la riqueza que se consume y disfruta en las grandes ciudades y salen directo al puerto de Montevideo.
#quedateconlosniñosrurales
LUIS ALBERTO GARCIA
Técnico agropecuario-hortifrutícola