Sin “Affectio Societatis” la Coalición no funciona

Opinión de Juan Llantada

Hay algo que en el derecho se llama “affectio societatis”; se puede traducir como la voluntad honesta de cooperación armoniosa entre las partes de una sociedad.

Si esta falta, o si una de las partes pretende sacar ventaja de la otra, o hay desconfianza entre los asociados, el funcionamiento del conjunto será deficiente y eventualmente fracasará.

Ese es el riego evidente de la Coalición Republicana. La participación en ella ha sido resistida, y esa resistencia ha obligado a pagar un precio escandaloso. Los partidos que debieran integrarla, perdieron de ganar “en primera vuelta con mayoría absoluta”, en la elección de octubre, por el ánimo miserable de “cuanta-propista minorista” de los intendentes blancos.

La discusión sigue, y daría la impresión que el Partido Nacional parece estar dispuesto a “construir hegemonía”, sin entender que la fuerza de la Coalición Republicana, está en su diversidad, en la participación de los colorados, los cabildantes, la independientes, los constitucionalistas, ecologistas e inclusive los partidarios de Identidad Soberana a poco que su líder se serene un poco.

Ese ha sido el veredicto de la ciudadanía en las urnas, y aunque los dirigentes políticos, pasada la ansiedad de la adjudicación de bancas, (“que dolor don Mateo”), rápidamente se olvidan del fundamento mismo del gobierno representativo.

Es bueno advertir que el Partido Nacional, en el Uruguay, es solamente el 27% del total de votos válidos, y el Partido Colorado el 16,6%; no hay pues hegemonía posible, y la pretensión de patronazgo de uno de los socios, choca de frente con la realidad aritmética, y con el principio del respeto por las minorías, que es otra de las bases del sistema democrático.

Más allá de ello, los convenios y acuerdos entre dirigentes, en una elección departamental, valen menos que el papel en que están escritos, (si son verbales menos aún), y son de dudosa efectividad en las decisiones de la ciudadanía, que viene manifestando un gran hartazgo cada vez que se hace evidente los intereses personales y económicos, que suelen mover esas componendas.

“Hay sumas que restan…” decía un viejo caudillo, sobre las incorporaciones de ciertos personajes, que solo traen en la maleta el recuerdo de todo lo que no hicieron en los últimos años; es bueno tenerlo presente, antes de aceptar a los que quieren “dar la voltereta”.

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