Un fraude llamado Maduro
Las elecciones en Venezuela duelen y mucho, porque rememoran los peores momentos de nuestra historia. Yo no era nacido en 1971, faltaban 8 años para que lo hiciera, pero si hay algo que me han contado mis mayores, en mi casa y en cualquier lado, fue el gran fraude de las elecciones de ese año en las que una unión cívico militar le arrebató la victoria a Wilson Ferreira Aldunate, un caudillo blanco que amenazaba los intereses del establishment de la época.
Ayer, después de varias semanas en las que en Venezuela arrasaban los actos de la oposición, después que las caravanas que apoyaban la victoria de la nueva coalición contraria al régimen autoritario del chavismo encarnado por Nicolás Maduro, eran tremendamente multitudinarias y después que la diáspora venezolana por el mundo, pero principalmente en nuestros países de América del Sur, auguraban la derrota del dictador, el régimen no hace otra cosa que mostrar lo peor de sí durante todo el proceso y al final, después de hacer vaya a saber uno qué cosa demorando horas en dar a conocer el resultado, dio, así de una, por ganador al tirano del Palacio de Miraflores.
La irregularidad dolió y fue notoria. Proscribieron dirigentes políticos, expulsaron observadores internacionales, utilizaron milicias armadas para desmantelar circuitos electorales que quedaron registrados en todos los medios de comunicación extranjeros que concurrieron a informar al país caribeño, demoraron los resultados para armar las estratagemas que iban a realizar con el fin de anunciar un resultado que no creyó nadie.
El presidente Gabriel Boric, un joven del Partido Socialista chileno, no reconoce los resultados ya que desconfiaba en la forma utilizada para llegar a él.
El gobierno peruano pide que se revise todo el proceso eleccionario y tampoco admite la victoria de Maduro.
El gobierno argentino desconoce lisa y llanamente a Maduro como presidente. Brasil, con Lula a la cabeza, no se pronunció y esperará la «verificación de los resultados» antes de hacerlo, dejando en claro que duda de los mismos.
Y el presidente de nuestro país, Luis Lacalle Pou, manifestó su rechazo al resultado electoral, como no podía ser de otra manera.
De los 40 mil venezolanos que viven en Uruguay, solo permitieron que votaran 400 personas, de los 220 mil que viven en Argentina, solamente dejaron que voten 2 mil personas y así en todos lados del planeta donde había refugiados venezolanos que querían votar por un cambio en su país, por lo cual el fraude es tremendo y no admite discusión.
América Latina no puede aceptar más estos fraudes ni las dictaduras, debe promover democracia como única forma de vida y motor de desarrollo de nuestros países. No sólo por nuestra generación, que por suerte no vivió la dictadura uruguaya ya que nacimos cuando la misma terminaba, sino por la de nuestros hijos, que no deben ver en la casa del vecino lo que no quieren para la suya, y eso, es detestar los autoritarismos y promover la libertad.
Viva la Libertad y la Democracia; y bregamos para que haya nuevas elecciones en Venezuela. Es la única manera de que las cosas sean como deben ser, sin fraudes, ni usurpación del poder de ningún modo.
Hugo Lemos