Precisamos un país mejor
Todos precisamos tener un país normal, un país donde los problemas de la gente sean la prioridad de los gobiernos, donde la economía que es la madre de todas las cosas sea transversalmente normal y estable, donde la sociedad no tenga brechas tan importantes, donde haya oportunidades para todos, pero sobre todo respeto a los derechos fundamentales.
Todos precisamos vivir en paz, en un país que neutralice la violencia y aseg
ure la convivencia pacífica mediante mecanismos institucionales y no por la fuerza.
Sin embargo, el clima está enrarecido. En Uruguay la atmósfera preelectoral ya está contaminando todo.
Es como que los políticos esperaron que pasen 3 años, entre la pandemia que nos unió en un momento y un referéndum que enseguida se encargó de partir el país por lo menos en dos grandes bloques, y allí empezaron a cavarse las trincheras.
Los primeros misiles empezaron a mediados de este año, con el embate de la oposición hacia el gobierno, a través de lo que venía pasando en Salto Grande. Esto terminó con la renuncia del principal referente del gobierno y de la oposición a nivel departamental como Carlos Albisu.
Y dejó, por lo menos tambaleando a la oposición por las puñaladas que sintieron los blancos de varios de sus pares colorados que hicieron gato y zapato para no verse salpicados y de Cabildo Abierto que dijo de todo y más, como si estuvieran todos limpios.
Pero ahora parece que la embestida baguala viene contra Andrés Lima y el Frente Amplio, a quienes les atribuyen la novela de Salto Grande. Hoy el programa periodístico Santo y Seña promociona una investigación sobre casos de clientelismo, donde las principales voces son las de los ediles blancos y el diputado de Cabildo Abierto.
Todo esto alienta el fuego cruzado entre los dirigentes políticos algo que horada nuestra institucionalidad por la violencia entre los partidos y sus referentes. Necesitamos una democracia fuerte, que nos ayude a salir adelante y el pueblo uruguayo espera otra cosa.
Los uruguayos quieren que haya un país con posibilidades de empleo, con baja pobreza y escasa marginalidad, con un sistema de salud acorde a las necesidades de la población, con un sistema de enseñanza pública democrática, plural y accesible para todos, con seguridad pública y con crecimiento.
Y hoy miramos que Argentina, que elige un presidente entre un outsider como Javier Milei y los representantes políticos como Patricia Bullrich y Sergio Massa, está en ese fuego cruzado que traduce cómo está ese país hoy, que es sin dudas, la peor versión de la Argentina que conocemos.
Ojalá que los uruguayos aprendamos de lo mal que están ellos para no repetir la historia y los políticos sepan que así como están ahora, matándose entre ellos porque están cómodos de bolsillo, no los queremos.
Queremos una mejor política, por eso una clara y contundente renovación no nos vendría nada mal. Ojalá se den cuenta.
Hugo Lemos