Salto, un panorama inquietante
El escenario político departamental ha pasado sin pena ni gloria luego de las elecciones departamentales. Incluso hasta esos días, fueron algo eclipsados por la realidad económica y social que estaba viviendo la población que había comenzado a sentir el sacudón de una pandemia, que hasta ahora ha dejado sus muertos y heridos de consideración en el panorama social.
La tasa de desempleo actual es la más alta de los últimos 15 años y la pobreza estructural del departamento de Salto, ha venido creciendo a niveles importantes desde los últimos cinco años, con el agravante del último lustro, donde cientos de salteños han perdido sus empleos y han pasado a depender de las ayudas estatales.
Pero para la clase política fue un año diferente. Primero la ilusión por alcanzar los cargos electivos donde los mismos serían logrados según el apoyo popular que recibieran cada uno. Las elecciones no son una competencia de «que gane el mejor», sino que en las mismas gana el que sabe atraer el mayor respaldo de la gente, y aquí varios factores fueron determinantes para un nuevo triunfo de la izquierda, que se ve hasta como raro entre sus pares o compañeros de Montevideo, que daban por perdido éste feudo, en la ciudad más poblada de litoral del país.
Uno de los factores que confluyeron para que Andrés Lima siga siendo intendente, fue su incansable trabajo de recorrido permanente sin fines de semana ni feriados, por todos los rincones de la ciudad y el interior profundo. Llegaba hasta en los dias de peor momento a los lugares más alejados a pedir el voto y a hablar con quien tuviera que hacerlo, sin depender de ninguna esructura política que le diera un aval para hacerlo. Sabía que no podía depender de un grupo de personas que se dicen representantes de una fuerza determinada y que solo se reúnen una vez por semana para poner problemas arriba de una mesa y casi ninguna solución a nada. Un candidato que quería ganar tenía que tener un plan propio y seguir su camino.
El otro factor determinante fue la desunión entre blancos y colorados, donde los dos querín llegar al poder, pero todos sabíamos que solo los nacionalistas de la mano de Carlos Albisu tenían chance de arrebatarle un nuevo mandato al Frente Amplio. Pero la discusión entre ellos, sobre quién podía ir segundo en esta instancia, le dio aire al FA y éste supo aprovechar la ventaja.
Ahora tras el bullicio electoral las aguas aparecen calmas, Lima empezó un nuevo gobierno, con otra mirada mucho más amplia que la primera que llegó cargada de varias mochilas que querían desquitarse de algo, cosa que no le hace bien a nadie y él se dio cuenta de eso, corrigiendo la situación para su segundo período.
Albisu, convertido en el líder de la oposición política del departamento con casi 30 mil votos en su haber, dio muestras de una franca recuperación del Partido Nacional y de un viento a favor que le correrán estos cinco años, si a Lacalle Pou le empieza a ir bien de una vez por todas, ya que el garrón de la pandemia perturbó sus planes de gobierno, pero lo fortaleció como un buen capitán de barco en plena tormenta.
Albisu tiene equipo, estructura e ideas y tendrá que empezar a trabajar en breve desde la Junta Departamental donde tiene ediles experientes, aguerridos y de los nuevos. Pero tendrá a un Andrés Lima con más fuerza que la primera vez y con ganas de sostener una administración que promete en sus primeros pasos ser mas aperturista, tener más diálogo, redoblar el trabajo y mantener la seriedad.
Por ahora los problemas de fondo de Salto siguen sin resolverse, un alto índice de pobreza que ya se arrastraba en crecimiento desde el año 2015 por un estancamiento de la economía tras el cambio del panorama internacional, la pérdida de puestos de trabajo e inestabilidad laboral abrupta desde el 2020; y un futuro que el gobierno departamental promete que será mejor, gestionando inversiones para generar un impacto positivo, pero si bien hasta ahora nadie desconfía de las buenas intenciones, todos esperamos concreciones al mediano plazo que nos den un respiro necesario.
Hugo Lemos