El Partido Nacional recordó a Aparicio Saravia en la localidad de Masoller

Masoller visto desde el aire este domingo 10.

Los dirigentes y militantes del Partido Nacional se encontraron un año más en la localidad de Masoller, en el punto que une Rivera, Salto y Tacuarembó, donde en 1904 fue herido de muerte el general Aparicio Saravia, líder de la revolución saravista que se alzó contra el gobierno de José Batlle y Ordoñez, quien mandó a frenarlo por los militare de la época.

La batalla de Masoller fue reñida, ambos bandos contaban con armamento moderno en su época, en especial los fusiles Remington y los más recientes Mauser, de gran precisión y largo alcance.

El 1.º de septiembre de 1904 por la tarde, los combates se prolongaron durante alrededor de tres horas; pugnándose por unas posiciones ocupadas por las fuerzas del Gobierno en unos cercos de piedra (los que eran usuales en los campos, antes de su alambramiento) desde los cuales hostigaban a los revolucionarios con nutrido fuego de fusilería.

Aparicio había planificado separar a los ejércitos colorados de Vázquez y el General Pablo Galarza. Con ese objetivo dio la orden a la vanguardia cuyo jefe era Basilio Muñoz dijo «de avanzar para pasar primero que el enemigo por Masoller rumbo a Rivera; se preveía que el enemigo trataría de tomar las fuertes posiciones de los cercos dobles de piedra que salen de Masoller por la Cuchilla de Haedo y así lo hicieron. La vanguardia roja se parapetó en los cercos tomando la delantera», según relata Nepomuceno Saravia (hijo y colaborador de Aparicio Saravia). La causa, según este, fue que la vanguardia blanca «no cumplió con lo ordenado».

Sea cual sea la causa, el ejército del gobierno colorado había logrado llegar a Masoller unido, y con más municiones y hombres. En esas circunstancias, Aparicio Saravia salió a recorrer el frente de fuego, para estimular a sus soldados; pero su figura resultaba claramente reconocible por el sombrero y el poncho blanco que usaba, así como por estar acompañado por un abanderado.

Se trataba de una actitud sumamente arriesgada, porque estaba al alcance del fuego enemigo; y así ocurrió que fue gravemente herido por una bala que le atravesó el vientre de izquierda a derecha, lesionándole los riñones e intestinos. Francisco Trotta logra sacarlo y atender sus heridas -todavía en pie- «trataba de sonreír, pero perdía mucha sangre». Trotta lo acuesta sobre su propio poncho y luego junto a otro médico -Martínez- y cuatro personas más lo trasladan a fuerza de «poncho».

Posteriormente es llevado hasta el cercano Brasil, hacia una estancia distante alrededor de cinco kilómetros de la frontera. Fue asistido también por el estudiante de medicina Arturo Lussich.

Durante 10 días Saravia estuvo agonizando, sufriendo una peritonitis aguda a causa de los derrames internos causados por las lesiones de la bala. No se logró acuerdo inmediato para designarle un sustituto en el mando superior de las fuerzas revolucionarias; y en definitiva su orden de volver a atacar al Ejército al mando por un presidente del Partido Colorado en la siguiente madrugada, con fuerzas de relevo, no fue cumplida, retirándose el ejército revolucionario tras la frontera, luego de lo cual prácticamente se desbandó, quedando así derrotada la última revolución civil.

Es que el panorama era extremadamente claro, tal como lo explicó el coronel Carmelo Cabrera, uno de los jefes que había pasado al Brasil: «este es un ejército saravista. Caído Saravia, es imposible mantener su cohesión».

Finalmente el 24 de septiembre de 1904 se firmó la Paz de Aceguá que trajo como consecuencia principal el fortalecimiento de la institucionalidad democrática del país y un largo período de paz civil en el Uruguay.

Saravia era un revolucionario que se alzó contra un gobierno colorado democrático de la época, que había sido electo en 1903 al que acusaba de abusar de la población y defendió sus ideas con las armas, hasta que fue herido el ejercito uruguayo de un balazo y falleció a la postre.

Cada mes de setiembre los nacionalistas se reúnen en el lugar haciendo campamentos, comidas, cantos y leen una proclama reforzando su convicción nacionalista de seguir los pasos de Saravia. Si bien desde Salto participaron varios grupos, hubo ausencias importantes y notorias de nuestro medio, aunque estuvo el presidente del directorio Pablo Iturralde y el presidente de la Comisión Departamental, Alejandro Secco.

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