El problema no son las filtraciones, sino lo que éstas revelan
El problema no es el mensajero, sino el que hace las cosas que ameritan que después el mensajero las cuente. El problema no son las filtraciones, sino las cosas que se filtran.
Cuando el jueves por la mañana el Semanario Búsqueda, uno de los medios de comunicación más prestigiosos del país por su rigurosidad y seriedad a lo largo de los años, informó sobre la existencia de unos mensajes de Whatsapp del presidente del Partido Nacional, Pablo Iturralde, al entonces senador Gustavo Penades, se desató una nueva polémica política que terminó con la renuncia de Iturralde.
Pero esa polémica y esa renuncia ocurrieron ¿porque el mensajero mintió?, no, al contrario. La polémica y la renuncia se dieron porque lo que informaba el medio de comunicación, era real.
Entonces, la pregunta es ¿está mal que haya filtraciones de hechos que está mal y que si conocen la luz pública generan un escándalo? No, no está mal que haya filtraciones sea quien sea el que esté involucrado en estos hechos. Lo que está mal es que pasen cosas que la ciudadanía debe conocer, pero que para que se conozcan tengan que ser filtradas. Porque de lo contrario no se conocerían.
Encima hay personas que salen a cuestionar la filtración como un hecho negativo, en vez de agradecer que por esa filtración pudo saberse algo que estaba oculto y que era un bochorno.
Porque después está el hecho en sí y es que el presidente de un partido político, sea quien sea, y sea cual sea ese partido político, no debe jamás expresar que es capaz de presionar a un Fiscal General de la Nación para torcer una investigación a favor o en contra de sus intereses y mucho menos, decir que tal o cual fiscal, por su condición de adherente de la colectividad política que sea es «nuestra» o es «de los otros».
La renuncia de Iturralde es algo que tenía que pasar. Que Iturralde cometió un error, sí. Que nunca dijo lo que tenía que decir, sí. Que debe respetar a las instituciones, también. Y que las filtraciones en casos así son importantes, necesarias y positivas, también. Pero más importante es que haya medios de comunicación serios capaces de capitalizar esas filtraciones con seriedad y rigurosidad para dar a conocer lo que realmente importa. Eso es la democracia.
Hugo Lemos