La historia del futbolista uruguayo del momento que conmueve en Argentina

Darwin Nuñez en su casa del barrio Pirata en Artigas

Liverpool le ganó 3-1 al Manchester City y se llevó el primer título de la temporada en Inglaterra, la Community Shield, que no fue para Pep Guardiola y quedó en manos de Jürgen Klopp.

Y a pesar de que todos los reflectores estaban sobre Erling Haaland, en su debut con la camiseta celeste, y los argentinos siguieron el estreno en las redes de Julián Álvarez, el héroe de la tarde fue el uruguayo Darwin Núñez, el otro hombre récord del mercado de pases.

El delantero ex Benfica ingresó cuando faltaba poco más de media hora para el final del partido pero tuvo tiempo para provocar el penal que derivó en el 2-1 parcial y luego sentenció la tarde con un cabezazo de palomita que liquidó el encuentro.

Con Haaland, Guardiola y compañía resignados por una derrota dolorosa, como toda final, Núñez tuvo su debut soñado con la camiseta roja, con su primer partido y su primer título en Liverpool.

La historia de Darwin


Silvia Ribeiro y Bibiano Núñez aceptaron que en 2013 un ojeador de Peñarol llevara a su hijo de 14 años de Artigas a Montevideo. Allí, a 600 kilómetros, ya estaba el hermano mayor, Junior, forjando el sueño de futbolista. Darwin armó el bolso y llegó a la capital uruguaya, pero no quedó. Volvió con sus padres a Pirata, un asentamiento a orillas del Río Cuareim que cuando crece tiene la fuerza del amazonas y se lleva todo a su paso.

En esa época, Darwin Núñez comía en la escuela y era el único plato que se aseguraba. Su padre, albañil, no siempre podía parar la olla. Su madre, salía a juntar botellas para comprar botines cuando ya no daban más los que tenía. Un año después de intento frustrado de Peñarol, llegó la oportunidad definitiva: empezó a vivir en la pensión del club y a entrenar en las inferiores.

Pero la felicidad duró poco. Su hermano abandonó cuando estaba en la Tercera y ya había comenzado a entrenar con los profesionales. Fue por un «problema familiar» que nunca se hizo público. Darwin armó también el bolso para regresar a Artigas. «Quedate vos que tenés futuro. Yo me voy», le dijo Junior. «Él me dio la oportunidad», reconoció Darwin.

A los 16 lo subieron a la Tercera y se rompió los ligamentos cruzados. Lo operaron, pero estuvo un año y medio sin jugar. Volvió a Artigas «a trabajar las ocho horas», cómo se acostumbra decir en Uruguay. Pero luego volvió a Peñarol y las cosas se encarrilaron nuevamente.

Darwin, sin embargo, no había quedado bien tras la intervención quirúrgica. Le dolía y sentía que no podía jugar. Pero no se negó a hacerlo cuando el director técnico de la Primera, Leo Ramos, le dijo que el fin de semana se sentaría en el banco de relevos.

Ingresó para reemplazar a Maxi Rodríguez. Terminó el partido llorando del dolor: esta vez era la rótula y tuvieron que operarlo nuevamente. Dos veces al quirófano en muy poco tiempo. Igual que la primera vez, el futbolista se repuso y llegó la convocatoria para el Sudamericano 2019 con la Sub 20 Celeste.

Pero no podía meter goles y las críticas se empezaron a multiplicar en el anonimato de las redes sociales. «Yo entraba mucho en las redes, veía comentarios que no me gustaban y eso me ponía mal. Eso me empezó a bajonear y Axel, el psicólogo de la Selección me ayudó bastante», explicó cuando contó que usa el celular únicamente para hablar por teléfono.

Luego de tres temporadas en Peñarol, pegó el salto al viejo continente: una temporada en el Almería de España y de allí al Benfica de Portugal, donde en la última temporada metió 34 goles en 41 partidos.

Mitad Cavani, mitad Suárez

«Tiene un estilo similar al de (Edinson) Cavani, pero me parece que Darwin es más rápido y poderoso. Es mucho más explosivo y aparte de esa explosividad obviamente demostró una capacidad goleadora increíble. Es mitad y mitad entre (Luis) Suárez y Cavani. Tiene la potencia que tenía Suárez para ir a por todas, para ir al choque y luchar con el rival. Y también tiene la parte de Cavani, mucho más atlético, más físico e inteligente. Creo que es una unión de esas dos cosas”, sintetizó Leo Ramos.

Todo eso vio Liverpool (el de Inglaterra, no el de sus pagos), que le ofreció un contrato por seis temporadas a cambio de un salario a la altura del de Cristiano Ronaldo o Lionel Messi, que además incluye bonus por objetivos personales y grupales.

Los 100 millones de euros que pagó por su ficha -el 80 por ciento de un acuerdo básico y el 20 restante en variables que completan el número final- fueron suficientes para que lo desafectaran de la última gira de la selección uruguaya por «cuestiones médicas», sin que nadie tuviera interés en hacer preguntas.

Se trata del pase más alto para un futbolista uruguayo, ya que superó los más de 80 millones que pagó Barcelona por Luis Suárez en 2014 y los 64 que gastó el PSG por Cavani un año antes.

«Yo no olvido de donde vengo. Una familia humilde, laburadora. Mi padre trabajaba en la construcción 8 o 9 horas para comprarnos lo que hacía falta y comer. Mi madre siempre fue ama de casa y salía a recorrer las calles a juntar botellas para vender», le contó hace mucho tiempo Núñez al suplemento deportivo Referí. Y al parecer, todavía piensa lo mismo.

(Clarin.com)

También te podría gustar...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *