La reforma jubilatoria cuestionó la cultura de trabajo de los uruguayos

El debate por la reforma jubilatoria que se acaba de aprobar en el parlamento uruguayo dejó varios temas en discusión e ideas para pensar que sobrevuelan en la mente de aquellos que seguimos el debate sobre la misma.

Que si ahora los uruguayos de mi generación vamos a tener que trabajar más que antes para terminar con menos plata en el bolsillo al final de los días laborales, o que si esta reforma es necesaria porque el sistema así como está funcionando se está desfinanciando cada vez más; o por el contrario, si para aprobar una reforma como ésta, mejor dejábamos todo como estaba, porque lo que había era mucho mejor.

Pero también generó otro debate, el que al principio se dio entre líneas y después motivó discusiones descarnadas, con acusaciones de todo tipo, y fue poner en el tapete la cultura del trabajo de los uruguayos. En el parlamento, en los medios, en las redes sociales y en la calle, se debatió ampliamente, para qué los uruguayos querían jubilarse más temprano, qué sentido tenía querer trabajar solamente hasta los 60 años de edad o hasta cumplir los 40 años de aportes, pudiendo trabajar más años, «aportando a la sociedad y alimentando al sistema», como llegó a leerse por ahí.

Y aparecieron las críticas donde se le dijo a los que se opusieron al aumento de la edad jubilatoria, que eran unos «vagos», que «no querían trabajar», o que los que se querían ir antes, «querían recibir todo de arriba».

Lo cierto, que esto vino alimentado por todos los conflictos que se han vivido en los últimos días, como el de los estudiantes del liceo montevideano IAVA, donde reclaman la restitución de un director y que se les garantice la «libertad» de mantener el salón gremial en el lugar actual y en las condiciones actuales; el paro de actividades registrado el martes, que tenía como finalidad presionar a los legisladores oficialistas que en ese momento votaban a mano alzada el proyecto, y una sumatoria de hechos que terminaban en la descalificación de los unos y de los otros.

Con todo, el tema dejó en debate si a los uruguayos nos gusta trabajar más; o si somos una manga de vagos que queremos que no se trabaje hasta tanta edad y encima se nos pague una buena jubilación para disfrutar de nuestros últimos días.

Muchos legisladores pensaron como profesionales burócratas a la hora de levantar la mano y argumentar que estaba bien que la gente trabajara más años porque el mundo le pedía un esfuerzo. Mientras que los otros hablaron de las enfermedades que el ser humano puede llegar a tener a esa edad de trabajar tantos años, sobre todo en los oficios puros y duros.

Así terminamos, con una reforma que le dice a la gente que trabaje más tiempo, que aporte al país y que si no lo hacen, el mundo de la revolución tecnológica llegó para quedarse, así que de última la maquina está lista para hacer su trabajo.

La cultura del trabajo de los uruguayos fue la vedette de esta discusión, nadie quiere trabajar más para ganar menos porque no es negocio para nadie, pero el gobierno se emperra en decir que es justamente lo contrario, que se trabaja más pero que se paga más, aunque nadie se animó a decir durante la discusión, lo que realmente va a pasar.

Lo que sí se animaron a cuestionar es la cultura de trabajo de los uruguayos. Que si no queremos es porque somos vagos, y que nadie ve con malos ojos que se trabaje unos años más, nada más alejado de la realidad y que los uruguayos que fuimos los que pusimos a los diputados y senadores en ese lugar, no nos merecemos.

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