Los enemigos de la Democracia, no pueden estar invitados el 1º de marzo

Uruguay es un país democrático por naturaleza, salvo el período oscuro de la última dictadura militar y algunas otras etapas similares que marcaron nuestra historia, la vida institucional del país siempre estuvo signada por la participación plural de partidos políticos, algo que hace a la esencia de la democracia.
Somos el país de la libertad, de las libertades políticas, de las libertades religiosas, de las libertades económicas, de las libertades sociales, culturales, deportivas, etc. Nuestra vida como país se ha cimentado en los pilares de la libertad.
Me permito también decir que esto ha sido así, además y entre otras cosas, por la gran influencia que ha tenido una institución como la masonería en la construcción social y cultural de nuestra sociedad a lo largo de los años. Sólo en Salto está presente desde 1856 y ha formulado aportes significativos a esa construcción.
Pero lejos de hacer una apología o defensa de la Logia que ha impulsado gran parte de las revoluciones independentistas de nuestro continente, entre los siglos 18 y 19, la libertad es el bien más preciado que tiene el ser humano junto a la vida, y eso ha llevado a establecer, casi sin discusión, a la democracia como forma de organización del Estado, con una clara separación de poderes, y un concepto de pluralidad e independencia por sobre todas las cosas.
No podemos entonces tener aprecio por gobernantes que saquean la libertad de sus pueblos, que coartan las libertades en sus países, que anulan la democracia para instalar regímenes de partido único y que desprecian la libertad de expresión y de prensa, que son primas hermanas, a las que socavan para defender sus sillones de poder y ultrajar la riqueza de sus países, invocando próceres que de despertarse, se volverían a morir al ver lo que hacen en sus nombres.
O peor, invocando el nombre de otros autoritarios y mercenarios que hicieron lo mismo o peor que lo que están haciendo ellos.
Como país tenemos la palabra democracia tatuada en la Constitución de la República, fuimos de los países de América Latina y del mundo pioneros en establecer elecciones libres y multiplicidad de partidos.
Pioneros en darle el voto a la mujer y universalizarlo para toda la población, de los que han defendido siempre, más allá de algunos episodios oscuros que mejor no recordar, la democracia como valor fundamental y hasta como bien cultural de nuestro pueblo.
Uno de los pocos privilegiados en el planeta donde cualquier ciudadano, puede elegir y ser elegido, para gobernar o legislar su propio país.
Por eso y ya que somos vistos como un faro de democracia en estos tiempos que cumplimos 40 años ininterrumpidos de elecciones libres, debemos dar una señal muy clara, fuerte y definitiva.
Es así que felicito al gobierno uruguayo por no haber invitado a los gobiernos de Cuba, Nicaragua y Venezuela, cuyos representantes en el gobierno practican una clara y sistemática violación de los derechos humanos de sus pueblos, que indefensos ante el poderío militar con el que se ven amenazados, observan cómo les saquean sus libertades, esos viles mercenarios que se hacen llamar gobernantes.
Es el caso de Cuba, que lleva más de 65 años de dictadura de partido único, sin libertades políticas y con una nula libertad de expresión y de prensa. O de Nicaragua, con un poder delincuencial donde el matrimonio Ortega – Murillo se roban la libertad y los derechos de su pueblo cada día.
Y qué decir del nefasto régimen venezolano que atropella la libertad y el sentido común de su pueblo, empobreciendo a uno de los países más ricos del planeta y robándole a los venezolanos, su derecho a vivir dignamente, por haber tenido el privilegio de nacer en una tierra con las riquezas naturales más importantes del continente.
Pero además, saqueándoles su libertad de elegir, violando sus derechos y mofándose en la cara de los millones de venezolanos expulsados de su tierra, por la hambruna a los que los somete el régimen cívico militar.
Me extraña que quienes sufrieron en carne propia la dictadura uruguaya desde los desbordes de Pacheco, el autoritarismo de Bordaberry y la criminalidad y saqueo de nuestros recursos por parte de los militares uruguayos de la época, después de ver lo que pasó con la feroz dictadura argentina o la sangrienta dictadura chilena, aún aplaudan a los criminales de Cuba, Venezuela o Nicaragua e insistan en compararlos con los presidentes de nuestro continente, que han sido electos democráticamente, como Yamandú Orsi, Lula Da Silva, Javier Milei (aunque con sesgos autoritarios pero fue electo), Santiago Peña, Gabriel Boric, Gustavo Petro, entre otros.
No son comparables, los dictadores, no lo son.
Por eso, en un día de profunda celebración democrática como son cada 5 años los 1º de Marzo para nuestro bendito país, tendría que haber sido impensable querer haberlos invitado.
Entonces, aplaudo de pie la revocación de esas invitaciones por el presidente de la República, Luis Lacalle Pou. Alguien tiene que recordarle a los que entran al gobierno por el próximo lustro, que no pueden cambiar el ADN democrático que tiene el Uruguay, por la simple razón de que ellos también fueron electos.
Hugo Lemos