Manini Ríos ¿perdió credibilidad por apoyar a su esposa?
Guido Manini Ríos llegó a la vida política con la promesa de mejorar lo que se daba. Era un militar de carrera, retraído, algo corto de palabras, pero muy respetado entre los suyos. Cuando el gobierno del Frente Amplio decide nombrarlo Comandante en Jefe de la fuerza de tierra, el ministro de Defensa era un ex jefe tupamaro, Eleuterio Fernández Huidobro, con quien Manini mantuvo una excelente relación, vínculo que los especialistas denominaron como «razonable» por la «lógica del combatiente».
Claro, Manini era un novel alférez cuando Fernández Huidobro estaba preso y era uno de los 9 rehenes que tuvo la dictadura militar uruguaya hasta 1985. Y cuando el entonces ministro de Defensa murió en pleno ejercicio del cargo, el general le rindió homenaje en la mismísima sede militar, permitiendo incluso que sobre el féretro se le colocara una bandera tupamara y aún sobre ella, Manini dio palabras de homenaje para el extinto secretario de Estado.
Pero luego de tener serias diferencias con el entonces presidente Tabaré Vázquez, Manini, que construía su imagen pública ante los medios, aunque muy limitado en sus expresiones, ya se estaba haciendo ver como una referencia nacional y todo era por algo.
El general quería llegar a la presidencia de la República, quería honrar la tradición familiar de políticos de fuste, ya que su abuelo fue ministro en los años 30 del siglo pasado, en la época de Gabriel Terra, quería estar en las primeras páginas y su salida del mando castrense fue con mucho ruido, no pasó desapercibido y planteó una lógica de casi enfrentamiento, con inmediata nominación como candidato a la presidencia, buscando suceder a quien acababa de echarlo del mando del Ejército.
Mucha gente confió en el militar, porque prometió traer nuevas ideas, honestidad y una práctica política de transparencia. Pero cuando presentó su lista al senado en el 2019 las cosas ya no fueron iguales. Su esposa, que antes había sido edil departamental en Artigas por el Partido Nacional, figuraba en el tercer lugar de la plancha a la cámara alta.
Daba la impresión de que había cierto nepotismo, ya que entre las cientos de mujeres que se proclamaban dirigentes del incipiente Cabildo Abierto, justo Irene Moreira, la esposa de Manini, la esposa del líder del partido, del candidato a presidente, era la que llegaría la única con chances de llegar al senado.
Pero luego la cosa fue menos clara aún. Cuando se conforma la coalición de gobierno y Cabildo Abierto anuncia que sería parte de un gobierno de coalición, negocia dos ministerios que eran los que más le interesaban a Cabildo, el de Salud, que lo ocupó Daniel Salinas y el de Vivienda, para el que otra vez fue designada la esposa de Manini, Irene Moreira.
Ahí las cosas ya no estaban tan claras, porque el matrimonio, Manini Moreira, oficiaba como el dueño de la cosa. Era entre ellos el tema, lo que ya no aseguraba tanta transparencia ni contralor de parte de los militantes del partido ni mucho menos se les daba peso en las decisiones.
Manini se ha cansado de decir que Cabildo «no es un partido militar», pero actúa de manera verticalista. Lo que dice el jefe, se hace; y eso en una democracia no es así. Pero ahora todo este armado de piezas, en las que la esposa del líder pasó del anonimato a jugar un rol político clave, como si fuera una figura trascendental, le jugó en contra.
Moreira fue echada del Ministerio de Vivienda por el presidente de la República que le pidió la renuncia dos veces en un mismo día, como para que quedara claro que no compartía la gestión de la entonces secretaria de Estado, cuestionando su transparencia con la administración de los bienes públicos.
Entonces la pregunta surge, si Irene Moreira fue cuestionada por el presidente de la República por no compartir su gestión pública, ¿Manini perdió transparencia al apoyar a su esposa en la entrega directa de una vivienda a una militante de Cabildo? ¿Es esa la forma de hacer la nueva política que proclamaba el general de Ejército durante la campaña del 2019?
Nadie quiere acusarlo de corrupción, pero la acción de su esposa es cuestionada, no solo por los frenteamplistas que le cuestionan por deporte todo a este gobierno porque es su rol de oposición y quieren volver al poder, sino que los cuestionamientos vinieron por el propio presidente y por los socios de la coalición.
Entonces también habrá que preguntarse ¿cómo ven los militantes de Cabildo este episodio? ¿Manini apoyó a Moreira porque era de su partido o por ser su esposa y sabía que esta situación lo golpeaba doblemente? Habrá que ver cómo sigue este tema, porque habla mucho de un partido que logró posicionarse en poco tiempo en la política nacional.