No basta con decir Feliz Día
Los niños son el futuro, es una frase que escuchamos a menudo y que la tomamos como una verdad absoluta. Pero más que el futuro son el presente, y si serán el presente, que son la fuente de nuestros desvelos para los que somos padres, son el motor de nuestros días y son quienes nos marcan la agenda la mayoría de las veces.
Aunque para la clase política los niños no son el presente, solamente son el futuro y uno que está lejos, porque como los niños no votan, les falta mucho para decidir y sobre todo para militar políticamente y ponerlos a pintar carteles de esos llenos de colores que se cuelgan en las calles y que dicen todo lo que les digan los grandes que tienen que poner, como los niños están lejos de eso y de pensar en la política y solamente piensan en jugar, crecer, creer en todo lo que les dicen los demás y soñar con ser los mejores del mundo, ningún político implementa políticas pensadas para ellos.
A mi juicio, el ejemplo más claro de esto es la penosa ley que les permite a las madres convivir con sus hijos en prisión. Ley que fue pensada en función de las necesidades de la mujer, es decir de la madre, que salvo excepciones, no pensó antes en lo que hacía, terminó presa y exige después que sus hijos vayan con ella a la cárcel.
Entonces el político, que no piensa en los niños, deja que los mismos crezcan en prisión, hacen una ley para eso, así no se compran un problema porque no tienen un lugar dónde ubicarlos, y a nadie le importa.
Porque es un problema menos para los políticos que no tienen que pensar en destinar recursos para crear hogares para atender a estos niños que se quedan sin nadie que los cuide cuando su madre va presa. Que vayan todos, dice el político, y hace una ley que pueda confirmar eso.
Esa es una de las muestras más claras de lo poco que le importan los niños a nuestros gobernantes.
Pero tampoco piensan en la educación de los más niños, algo tan importante para su futuro, que como la tratan, te das cuenta que no sólo no les importa el presente de los niños, sino que tampoco les importa su futuro. Mirá si esos niños el día de mañana piensan, o peor aún, mirá si se dan cuenta de lo que está pasando y de lo que hacen los políticos.
Primero, porque la educación pública está pensada para que los niños y la mayor cantidad de ellos vayan a la escuela a divertirse y no a pensar tanto, los mandan a que se alimenten en las escuelas públicas porque así ya matan dos pájaros de un tiro y no tienen que generar fuentes de empleo para sus padres.
No les enseñan a ser emprendedores, tampoco a tener responsabilidad financiera y saber qué hacer con lo que ganen trabajando. Entonces esa es una muestra de que tampoco les preocupan los niños y mucho menos su futuro.
En Salto hay un gran problema y es el aumento de la pobreza infantil que se ha venido dando por muchos factores, porque hay una infantilización de la pobreza que viene desde hace muchos años. No es algo de ahora. Sería miope pensar que cuando vino la pandemia y sobrevinieron decenas de ollas populares, la pobreza comenzó de un día para el otro, sino que salió a la calle a mostrar lo que estaban viviendo y con ellos varios niños que se mostraron con los pies descalzos.
Parece cosa de locos, cuando al Uruguay le iba bien, allá por el 2010 y hasta el 2014 más o menos, seguía habiendo niños pobres, pero tampoco se hizo mucho, ahora hay muchos niños pobres y nos preocupamos por juntar juguetes y colaborar con merenderos, pero muy poco por hacer políticas a largo plazo, políticas de largo aliento, que les de posibilidades a los que más nos necesitan, los niños, esos que son presente y no solo futuro.
Hugo Lemos