Violencia social, el Estado debe intervenir
Otra vez una situación de tremenda violencia nos atraviesa transversalmente como sociedad. Dos niños de 6 y 4 años de edad fueron asesinados por su padre, un funcionario de la Policía de Rivera, no sin antes efectuarle dos disparos a la madre de los pequeños, ex pareja de este individuo que tras cartón, se pegó un tiro para terminar con su vida.
Estaba separado de la madre de los niños hacía 2 años, la misma era médica de profesión y estaba radicada en el medio rural, en la zona de Caraguatá, entre Tacuarembó y Rivera, y compartían la tenencia de los niños. Pasaban una semana con cada padre y el día domingo se hacía el cambio de tutor para la semana.
Las autoridades presumen que una discusión entre ambos, derivó en la reacción violenta, irascible, incomprensible del hombre que usando su arma de reglamento terminó con la vida de los dos niños, intentó matar a la madre y también la uso para suicidarse.
Un hecho que genera un nudo en la garganta solamente con escucharlo, verlo o leerlo. No hay mucho mas para decir sobre el caso en sí, pero sí sobre lo que el mismo representa. Es un hecho que traduce la violencia intrínseca que tiene nuestra sociedad, pero también denota la ausencia de mecanismos de control sobre la situación emocional de los policías, y ¿porqué hablo de los policías?, porque no dejan de ser personas que portan un arma, algo que se vuelve muy peligroso por sí mismo.
Tener la facultad del uso de un arma como herramienta de trabajo, requiere de que la persona que esté en esa situación tenga la aptitud emocional adecuada como para portarla. Y en estas cosas hay responsabilidades. La tienen las autoridades del Ministerio del Interior en este caso, de realizar un control psicológico y emocional de cada uno de los funcionarios que tiene la cartera.
Y debe hacerlo sobre todo en cuenta este tipo de antecedentes, los que ya nos convocan a todos como sociedad a pedir que haya un contralor exhaustivo de que aquellos que portan un arma de fuego en nombre del Estado, tengan su salud mental en óptimas condiciones.
La médica, función que muchas veces también produce desbordes emocionales en quienes ejercen esa profesión, también deben tener contención para saber tratar con su familia y sobre todo con sus ex familiares y las rispideces que producen las relaciones humanas entre quienes alguna vez tuvieron un vinculo y hoy los unen de manera cuasi obligatoria otro tipo de vínculos.
Por eso, acá la intervención del Estado es urgente, porque terminaron pagando dos inocentes de apenas 6 y 4 años, y ahora habrá que explicarle a sus amigos y compañeros, que lo que les pasó a ellos son casos a repudiar y jamás imitar.
Que la intervención del Estado sea urgente, planificada, organizada y que de resultados, para que este tipo de casos no vuelvan a ocurrir, porque solamente traducen lo peor de nuestra sociedad y producen en nosotros un sentimiento inexplicable.