Algo más que un referéndum
En caso de prosperar el referéndum contra 135 artículos de la LUC, el gobierno nacional medirá sus fuerzas a dos años de su gestión contra una oposición fuertemente decidida a enfrentarlo. Sí, aunque muchos no quieran verlo, se trata de una elección anticipada, o una manera de medir el peso de quienes en noviembre del 2019 desplazaron a la izquierda del poder luego de 15 años al frente del país.
Seguramente las firmas alcancen y haya referéndum, esto debe servir también para que el gobierno nacional no piense que la gente está en contra de ellos, sino que se den cuenta que hay una franja importante del país, del orden del 40% por lo menos, que está en contra de las políticas que se vienen llevando adelante y que ellos, en consecuencia, no deben hacer oídos sordos.
Será una medición de fuerzas para el gobierno en varios frentes. Primero, en su interna, recordemos que el gobierno multicolor tiene a casi todos los partidos políticos que existen en el Uruguay adentro, y esto también ayudará a medir el peso que tienen los distintos partidos políticos que lo integran.
No se trata solamente de una medición de peso del Partido Nacional, al cual pertenece el presidente. Sino también para ver cuánto mide el Partido Colorado, que se quedó sin líder a poco de las elecciones, Cabildo Abierto, que apareció como una promesa que parece derrumbarse por líos internos y maneras verticalistas, que rayan con el autoritarismo todo el tiempo, y el desgranado y alicaído Partido Independiente, cuya presencia en el gobierno es importante por manejar uno de los ministerios más políticamente importantes como es el Ministerio de Trabajo.
Pero luego de esto, el gobierno de Lacalle Pou también deberá medir fuerzas con el Frente Amplio, al que trata de echarle la culpa de todos los males que ocurren en el país por lo de la «herencia maldita», pese a que en campaña el ahora presidente prometió no gobernar en términos refundacionalistas, y éstos, los del Frente, que quieren mostrar que lo de la «semilla» de la que habló Daniel Martínez cuando en la segunda vuelta perdió por pocos miles de votos cuando esperaban una derrota más contundente, era cierto.
El Frente quiere volver, pero debe limar las asperezas entre quienes entienden que la fórmula ya está definida, y los que todavía quieren que haya una pelea entre Cosse y Orsi, y no aparezca nadie más. Hubo voces disidentes, cuando no, en la izquierda, entre ellos mismos cuando incluso alguno insultó al expresidente de la coalición de izquierdas, Javier Miranda, mostrando que la unidad la perdieron hace rato.
El gobierno por otro lado, está dando malas señales como el tercer aumento del combustible que enojó a muchos que lo apoyan ciegamente, algo que es más importante que el hecho de que se enojen los frenteamplistas porque si el gobierno incluso llegaba a bajar el precio de los combustibles los del Frente también se iban a enojar, así que lo que digan no es más importante que el hecho de hacer enfurecer a militantes de la llamada coalición multicolor.
Esto genera un desgaste innecesario para un presidente que precisa unidad para enfrentar un referéndum, que más que esto, será una consulta sobre su gobierno y el futuro político de la coalición gobernante. Lacalle Pou deberá tomar medidas menos antipopulares, como mandatar a los presidentes de empresas públicas a erradicar a los sindicatos de las decisiones y aumentar las tarifas en pleno proceso de paulatina recuperación económica, pero aún de importante pobreza, desempleo y bajos salarios.
Por eso lo que se verá, será algo más que un referéndum, será una cuasi revancha electoral de lo que pasó en el 2019, para preparar el ríspido terreno electoral que seguramente tendremos en el 2024.
Hugo Lemos