Argimón y otra visita inadvertida

La visita a Salto de la vicepresidente de la República, Beatriz Argimón, volvió a pasar inadvertida.

Desde que es vicepresidente, elegida en la fórmula con Lacalle Pou en la segunda vuelta electoral del 2019, Argimón vino a Salto dos veces.

La primera, fue a inaugurar el emprendimiento de unos amigos suyos vinculados a la producción cannábica, empresa que incluso luego recibiera cuestionamientos por formalidades sin cumplir. Y la segunda, fue días pasados cuando llegó a Salto Grande a reunirse con las autoridades del organismo binacional, encabezadas por el dirigente nacionalista, Carlos Albisu y a la que se sumó el senador, Germán Coutinho.

No se sabe cuáles fueron los temas que se hablaron en ese encuentro. Nadie supo siquiera que la mujer que en ese momento tenía a cargo el gobierno del país, porque Lacalle se encontraba en Argentina por algunas horas, estaba de visita en nuestro departamento.

En realidad la dirigencia política de la coalición sí lo sabía, desde por lo menos un día antes y tampoco lo comunicaron. Institucionalmente Salto Grande lo hizo después que Argimón se fue. Solamente un medio nacional y cercano por otras razones, ajenas en lo periodístico, en lo local, pudo entrevistarla, porque contaban con información privilegiada que el resto de los medios no tuvimos.

La número 2 del gobierno, aunque políticamente Alvaro Delgado ocupe ese rol, ha adoptado esa actitud de llegar a Salto de una manera distinta a la que tenía cuando venía en campaña electoral, donde convocaba hasta a una radio comunitaria del interior profundo a que la entrevistara.

Parece ser que ahora, las cuestiones que trata son ajenas a la opinión pública, por lo menos en el interior, o específicamente en Salto, donde al contrario de las acciones del propio presidente, que vino 7 veces a Salto desde que asumió, se somete a la prensa de manera descarnada cada vez que llega al departamento y habla con todos los vecinos y vecinas que se acercan a hacerle un planteo, reclamos o propuestas, Argimón toma el camino contrario y no habla con la prensa, no habla con los vecinos, no se muestra en público.

Si bien lo hace en otros departamentos, en Salto todavía no lo ha hecho y eso molesta.

Una vicepresidente de un país no tiene reuniones privadas, por lo que la de Salto Grandeno tendría que haberlo sido.

La gestión pública requiere transparencia y visitar un departamento lejano a la capital, y hablar con los medios de comunicación que son los interlocutores válidos elegidos por la población, es cumplir al menos con gran parte de esa transparencia.

De lo contrario, con estas actitudes se generan suspicacias, poca confianza y horada la credibilidad de un actor político. Porque como vicepresidente de un país no puede, ni debe, venir a Salto, ignorar a los medios de comunicación y no avisar con tiempo por si alguien de la comunidad a la que ella misma le pidió el voto reiteradas veces, quiere decirle algo. Al menos por tener una actitud más educada y transparente.

Ojalá la próxima vez lo tenga en cuenta.

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