Diarios del interior en apoyo a El Pueblo de Salto

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Una serie de medios del interior del país vinculados a la Organización de la Prensa del Interior (OPI), emitieron un comunicado de apoyo a Diario El Pueblo de Salto teniendo en cuenta que el anuncio de la Dirección del periódico es de cierre inminente el próximo domingo.

La situación económica de esa empresa periodística es sumamente compleja y ya solicitaron una solución al Estado. Pero por ahora la misma habría caído en saco roto, aunque sus trabajadores mantienen la esperanza de que haya una luz al final del camino. Aquí el comunicado de los diarios:

Todos somos El Pueblo

Este domingo, El Pueblo de Salto, uno de los más grandes diarios del país, cerrará sus puertas. Así lo ha anunciado la empresa, que busca, junto a sus trabajadores, soluciones que permitan que el diario, con una larga historia atrás, pueda seguir saliendo a la calle, en beneficio de todo el departamento de Salto y posibilitando salvar decenas de puestos de trabajo.

El Pueblo forma parte de la más rica historia de la prensa del interior, y por sus páginas ha pasado la historia del departamento. La de este diario salteño no es una situación extraña para la prensa del interior. Editar un periódico no es fácil, y hacerlo en el interior del país, menos aún.

En la actualidad, prácticamente todos los periódicos del interior -casi cien en total- atravesamos una situación económica y financiera muy comprometida, y muchos seguimos trabajando casi, a pérdida, o sin el casi, porque somos conscientes de la importancia de nuestra labor periodística, social, cultural y política, por el deseo de mantener abiertas las fuentes de trabajo y porque amamos este noble oficio.

Casi todas las empresas y casi todos los uruguayos hemos tenido problemas económicos en los últimos dos años, principalmente a causa de la pandemia por COVID-19. Sin embargo, en la prensa del interior hay otros factores que hacen que trabajemos en condiciones desventajosas. A pesar de concentrar la mitad o más de los lectores de periódicos de todo el país, la prensa del interior, al menos desde la recuperación democrática, sólo tiene entre el 1% y el 3% de la inversión publicitaria del Estado, el principal avisador del país, en medios que se editan mayoritariamente en papel.

Esta situación, además de ser injusta, revela una pésima política estatal en la inversión publicitaria, que se ha mantenido por décadas, con gobiernos de todos los partidos. El año pasado se votó en el presupuesto nacional un artículo que estableció que el 20% de la inversión publicitaria del Estado (10% en el caso de empresas en competencia) debe ir a medios del interior, pero esta decisión parlamentaria no se ha visto reflejada hasta ahora en cambios importantes en la asignación publicitaria del Estado.

Por otro lado, la crisis sanitaria que vive el país desde marzo del año pasado, cuando se registraron los primeros casos de Covid-19, tuvo un impacto directo en los medios escritos del interior del país, porque un porcentaje de sus ingresos se nutren del llamado Fondo de Fomento a la Prensa del Interior (que se genera por un porcentaje de la venta de pasajes de avión), un aporte que el Estado brinda a los medios escritos para fomentar su desarrollo y de cierta manera también corregir las asimetrías que el centralismo montevideano practica con otros recursos como es la publicidad oficial.

El Pueblo reclama un aporte del Estado que le permita sobrevivir en estos difíciles momentos, pero sin que esto signifique una dádiva, ya que propone restituirlo en cuotas. Una medida similar ha sido propuesta al gobierno por muchos diarios del interior, sin que haya sido aceptada, hasta el momento.

Todos somos El Pueblo. Porque El Pueblo necesita y merece de nuestro apoyo, y porque prácticamente todos atravesamos una situación similar. La lucha es parte de nuestra historia. Casi desde siempre, en las redacciones del interior suele haber, al lado de la computadora -y antes al lado de nuestras siempre queridas máquinas de escribir- una pequeña figura. Alta, delgada, y con la adarga fuertemente sostenida, en el pecho. Al lado casi siempre de su compañero Sancho, y a veces sobre un caballo que da pena, de flaco.

Así, maltrechos pero enhiestos y decididos, alzamos nuevamente nuestra voz, esta vez en defensa de uno de nuestros colegas más antiguos y queridos. Y de todos, de todos.

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