Se vienen con todo y habrá que escuchar de todo

La campaña electoral está mostrando sus primeros escenarios de hostilidad entre los candidatos, sectores políticos y partidos. Desde que empezó el mes de marzo los distintos precandidatos empezaron a venir a Salto, para mostrarse ellos y sus equipos.

No lo habían hecho antes, algunos sí porque tenían cargos de gobierno que le demandaba estar en el interior y recorrerlo, pero de lo contrario, la mayoría no tiene idea de cómo se llaman las calles principales de las distintas ciudades que visitan. Pero ahora llegan que parecen un vecino más del barrio, alguien de toda la vida, casi hinchas de un club de la localidad.

No me voy a olvidar cuando le pregunté al hasta hace poco ministro de Turismo, ex intendente de Rivera, senador y todo los cargos que ocupan los políticos profesionales a lo largo de su cartera, si le gustaba venir a las termas a vacacionar, siendo un hombre del turismo y además del norte del país, pensé que se las conocía de memoria. Y me dio la respuesta más inesperada, «nunca vine a las termas». Si fuera una tira de Condorito, diría ¡Plop! al final de la escena.

Y de Cosse mejor no decir mucho más. Vino a pelearse con los periodistas, a gritarles, a darles cátedra de moralidad política. Y encima cuando me negó una nota detrás del escenario, tuvo el tupé de decirme «estoy trabajando», ¡por favor!, pero bueno, se vienen con todo y habrá que escuchar, mirar, ver e intentar saber qué es lo que quieren de nosotros, los votantes, además del voto, claro, qué clase de país nos ofrecen.

¿Van a mejorar la calidad del sistema educativo? ¿Van a darle más recursos a la salud, a la universidad pública, a las políticas de vivienda, van a fomentar políticas de empleo genuinos sin acomodos? Está brava esa, pero esperemos, escuchemos y después decidamos.

Porque los ciudadanos tenemos un poder muy importante, que es el de ponerlos allí, en esos lugares de privilegio que ostentan durante cinco años y ganan buenos dineros, que los ayudan a vestirse bien, a andar en buenos autos, a irse de vacaciones como lo hicieron en los últimos 4 veranos mientras en barrios como La Amarilla o La Esperanza no había agua y esos votantes tenían que soportar calor sin agua potable en sus casas y carencias por el estilo.

Abramos bien los ojos y limpiemos los oídos, porque después de la Semana de Turismo, las lenguas viperinas y los encantadores de serpientes se vienen con todo.

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