Un producto llamado Milei

El de Javier Milei en Argentina, fue un voto protesta. Un voto castigo contra Juntos por el Cambio porque sus dos candidatos fueron parte del gobierno de Mauricio Macri, que tiene muchas ideas y propuestas comunes con Milei, pero que dejó el camino allanado para que los kirchenristas volvieran al poder y terminaran de destruir todo.

La gente se cansó de ver cómo suben los precios todos los días en los supermercados y el dólar se dispara, generando una inflación tremenda, que desestabiliza a todos los argentinos y hasta los vecinos como nosotros.

La gente se hartó de las mentiras del gobierno actual y su vocero actual, Sergio Massa, que ya nadie sabe de qué lado está, si la cosa es con la cuestionada y muchas veces denunciada Cristina Kirchner, y su legión de delincuentes, o sin ella.

Nadie sabe cuál es la receta ahora de Juntos por el Cambio, si Macri, que aumentó la pobreza al 40% por los recortes del Estado le dirá a Patricia Bullrich que haga lo mismo. Nadie sabe, hay incertidumbre total, aunque todos se presentan con la varita mágica sin decir nada.

Mientras tanto que Milei fue un tipo comunicacionalmente excelente, porque se muestra como un candidato del descontento del pueblo, un tipo que surge por el hartazgo, cuyo discurso es espontáneo y sin un plan para mentir, cuando es el menos honesto de todos, porque su campaña y su mensaje estuvieron muy bien armados, pensados y teledirigidos a los que están podridos de los gobernantes y de los políticos.

Fue a captar ese nicho de los descontentos porque en ellos vio la oportunidad de poder llegar. Y así lo hizo. ¿Y cómo debía hacerlo? Haciéndose el que también está harto, llamando a la clase política una «casta», cuando él también es casta, porque se introduce en ella para llegar al poder que es todo lo que le interesa.

Los argentinos compraron la locura, el desenfreno, el enojo y el malestar, armado en un producto llamado Milei, que servirá para generar un cerno de poder que deje afuera a los actuales dirigentes políticos y puedan colarse ellos, con el slogan del «estamos hartos».

Wall Street no puede gobernar, porque un país no se administra, se gobierna. Y el economista Javier Milei representa a los intereses financieros y puede ser el mismo desastre que los políticos a los que tanto critica.

La democracia no precisa aventureros que la vituperen, necesita personas que la defiendan, no diciendo cualquier cosa con tal de llegar a gobernar, porque Milei propone sustituirla por falta de representación y eso es autoritarismo, y todo eso de Libertad no tiene nada.

Nuestros países necesitan Estado, mucho Estado, no que intervenga y suprima libertades como en Cuba, Venezuela o Nicaragua, donde lisa y llanamente hay dictaduras, sino para garantizar acceso a las instituciones, igualdad de oportunidades y vigencia de los derechos ciudadanos, principalmente de los derechos humanos.

Lo que menos precisan nuestros países latinoamericanos por sus estructuras sociales, es prescindir de todo eso, como lo propone el producto Milei. Porque ahí solo se beneficia el que más tiene, al que Milei justifica y protege.

Ojalá que a todo estos por lo menos se les junten las neuronas, así salen del pozo y dejan de perjudicar a las ciudades de la frontera, como el caso de la nuestra, que está pagando los platos rotos de esta casta de delincuentes.

Hugo Lemos

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