Dejen de confundir a la opinión pública

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Dejen de confundir a la opinión pública
(Editorial de laguardia.uy)
Una fiebre de encuestitis fue la que asoló a Salto en los últimos días, se pudo ver de todo, desde encuestas que le daban un alto porcentaje a un partido, y al rato, otra que le daba a ese mismo partido un nivel de desplome brutal, poniéndolo casi sin chances. Mientras tanto, los medios de comunicación se hacían eco de una y de otra, con datos que dicen ser esgrimidos de la población, pero que dejan dudas por la variedad en la presunta decisión popular camino al 27 de setiembre.
La opinión pública está confundida, de eso no hay dudas. Si había poca claridad hasta ahora con todo lo que está pasando en una campaña electoral que nos tiene a mirando por la ventana, mientras el desfile de candidatos pasa dejando más bochinche que mensajes, ahora con el mar de encuestadores que han surgido de la nada y que se suman a los de siempre, especulando con los números como si fuera un juego de truco, esa confusión se amplió y generar suspicacias. 
La población necesita claridad en el mensaje de los candidatos, pero también de quienes son formadores de opinión, porque no deben estar de un lado o del otro según el mejor postor, por lo menos no a la hora de dedicarse a generar información para brindar al público, porque sino, entramos en el terreno de la tergiversación y de la interferencia maliciosa, (que no es la enfermedad que tiene una radio) sino la publicación de noticias falsas a sabiendas de que lo son.
No creo que alguno de los candidatos en Salto hoy tenga claro cuáles son las posibilidades ciertas de uno u otro, porque todos tenemos claro que hay tres candidatos para un solo sillón, y en eso se parece al juego de la silla que hacía el programa de Cacho Bochinche cuando éramos más chicos por el Canal 12 de Montevideo,el que corre más rápido, está más despierto y tiene más habilidad, será el ganador. 
La batalla en el terreno de las ideas se ha perdido por goleada, solo queda la política de resultados, el que paga más sueldos en el correr del período sin deber ninguno, el que se compra menos líos con el sindicato, el que tiene menos déficit, pero nadie advirtió algo muy importante que juega un rol preponderante en todo esto y es que para tener claridad en el mensaje hay que tener empatía con el votante.
Saber cómo vive el votante, qué piensa y qué quiere, es clave para enfrentar una campaña signada por las promesas de muchos, que no argumentan cómo aspiran a concretarlas, mientras que para otros el tema pasa por la situación económica de la Intendencia, algo que no le interesa a la mayoría de los votantes, porque entienden que las condiciones de vida en una ciudad que puede estar mucho mejor, o las posibilidades en rincones alejados del departamento donde la gente necesita otras cosas, no le cambian con una Intendencia fundida, que al parecer en los últimos años siempre lo está.

Por eso es importante para los candidatos a Intendente tener empatía con el otro, no solo escucharlos y hacer como que saben lo que el otro necesita, sino también poder entender cuáles son las necesidades que tiene, para tener una idea de qué hacer en el caso de que lleguen a ocupar el preciado trofeo de ser Intendentes de Salto.
Y eso también implica hablarles con claridad a los ciudadanos, porque el mar de encuestas que se están difundiendo, que no pueden distinguirse entre falsas y reales, solo generan más confusión entre una población que necesita que alguien los gobierne en serio, tomando en cuenta de manera real sus preocupaciones y sobre todas las cosas teniendo una visión de departamento, que al parecer hasta ahora solo está en algún borrador. 
Más adelante hablaremos del «ánimo de gobernabilidad», algo que los gobernantes deben tener a la hora de postularse a un cargo, que es saber en qué se están metiendo, qué posibilidades tendrán de cumplir con sus promesas para que a la hora de hablar con los votantes sepan hasta cuándo pueden comprometerse.

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