La engañosa encuestitis de los políticos

Las encuestas de opinión pública, donde se le pregunta a la gente qué piensa votar si las elecciones fueran el domingo, son una foto de un momento determinado. De ese momento en el que se le hace la consulta y las personas responden según sus convicciones, pero sobre todas las cosas, según su estado de ánimo, según lo que piensen y sientan en ese momento, y además, algo que es determinante, según su bolsillo.

Por eso hay resultados que son dispares, pero en muchos casos, se marcan tendencias. Aunque también están los que se valen de métodos no adecuados para torcer esas tendencias, para generar confusión y para enredar la piola.

Aunque lo peor que nos puede pasar, es una clase política que tome el rol de las encuestas como la Biblia. Si la encuesta dice que voy bien arriba y voy ganando, me cruzo de brazos, me voy a de vacaciones y aparezco poco, alejándome de los problemas de la gente. Y en esos casos, el político no tendrá la capacidad necesaria de entender lo que realmente está pasando en la comunidad a la que pretende gobernar.

Si bien siempre hubo una distancia entre los gobernantes, los políticos de élite y la gente, el mundo ha hecho que las cosas cambien, y la cercanía que imponen desde las nuevas tecnologías que todo lo muestran, hasta la capacidad de googlear todo lo que pasa en los órganos de gobierno, nos permiten entrar en el mundo de los gobernantes y esa es una fortaleza de la sociedad y una debilidad de los gobernantes, que muchos no han logrado identificar como tal y por eso siguen haciendo las mismas macanas de siempre, que los expone más de lo que ellos creen.

Y si un político no entiende lo que le pasa a la gente, no puede gobernar, porque el gobernante tiene y debe saber cómo vive el gobernado, debe entender qué es lo que le pasa a diario, cuánto salen los productos de primera necesidad, cuánto le cuesta a un ciudadano común tener que armar un surtido para darle de comer a sus hijos, qué clase de oportunidades tiene un trabajador para que sus hijos puedan estudiar y salir adelante, en fin, una serie de elementos básicos que los políticos de ahora no son capaces de darse cuenta que deben saber antes de salir a la cancha a pedir el voto.

Se trata de entender y de comprender, para primero tener empatía y luego buscar los caminos para darle calidad de vida al pueblo que se pretende gobernar.

Pero no, los políticos están enfrascados en las encuestas. Si uno saca una encuesta y dice que va ganando, al otro día sale el otro a decir lo mismo, pero con otro encuestador, a veces de dudoso valor. Y así se genera una carrera superflua, fútil, falaz, que en nada ayuda a encontrar soluciones a los problemas de la gente y vaya que hay muchos para detectar y darle soluciones.

Por eso lo del título, la encuestitis no sirve de nada, si los políticos a los que les quedan 18 meses para las elecciones nacionales y 14 meses para las elecciones internas, no dejan la burbuja, salen a la calle, se empapan en los problemas de la gente, que la mayoría pasa por el encarecimiento del costo de la vida, y por la falta de servicios adecuados que asistan a la población sobre todo a la más vulnerable, algo que muchos de ellos dijeron en las pasadas campañas electorales tanto la del 2019 como la del 2020, que iban a solucionar y no lo hicieron, en pocos meses la gente les va a tirar los problemas en la cara y así a ellos, tanto a los del gobierno local como a los del nacional, se les va a terminar la changa y así sí, van a aprender a la fuerza como es vivir de un sueldo y no poder pagar las cuentas.

Y las encuestas pasarán al olvido.

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